La fiesta de la insignificancia – Milan Kundera

imagen tomada de: http://revista-lecturas-tu-red.blogspot.com.co/2014/09/la-fiesta-de-la-insignificancia-de.html

“La insignificancia, amigo mío, es la esencia de la existencia. Está con nosotros en todas partes y en todo momento. Está presente incluso cuando no se la quiere ver: en el horror, en las luchas sangrientas, en las peores desgracias. Se necesita con frecuencia mucho valor para reconocerla en condiciones tan dramáticas y para llamarla por su nombre. Pero no se trata tan sólo de reconocerla, hay que amar la insignificancia, hay que aprender a amarla.” P.135

El más reciente libro de Milan Kundera- La fiesta de la insignificancia- es un relato que rescata los elementos insignificantes de la vida. Empieza presentando cuatro personajes, cada uno con un dilema, un pensamiento o una pasión; sin embargo, el libro trascurre con la sensación de un clímax que está por venir, de una narración que va en ascenso hacia un momento clave, pero luego nada pasa, continúa en un valle de vivencias insignificantes, de hechos sin impacto y de elementos cotidianos que no tienen nada de extraordinario.

Un elemento que se vuelve protagónico en el libro es la anécdota que contaba Stalin a sus soldados en la que supuestamente había matado 24 perdices en dos visitas a un árbol; en la primera mató a 12 y se quedó sin balas, se devolvió por más balas y mató a las 12 restantes, que se habían quedado en el mismo sitio, esperando a que Stalin volviera. Los soldados de Stalin no creyeron esta historia y sentían que era una burla, una charla que no daba risa. Stalin se quedaba afuera, oyendo lo que sus soldados decían mientras estaban en el baño, y se reía al saber que no habían entendido que era un chiste y que sus soldados no lo habían entendido.

A lo largo del libro se hacen constantes referencias al valor de la insignificancia: la insignificancia del hombre común y poco pretencioso que conquista a la mujer con sencillez, en comparación con el que utiliza la inteligencia y la erudición para conquistar, pues el utilizar el conocimiento y la inteligencia, intimidan y crean presión en la mujer, mientras una charla amena sobre cosas insignificantes, hacen que la mujer baje la guardia y se sienta en confianza. La insignificancia del presidente del soviet supremo de la URSS Mijail Kalinin, soldado de confianza de Stalin, quien sufría de incontinencia y frecuentemente mojaba sus pantalones al no poder ir rápido al baño; este insignificante personaje fue honrado por Stalin al bautizar con su apellido la ciudad en la que nació Kant, inmortalizándolo y borrando el nombre de la provincia en la que nació el famoso filósofo prusiano.

Esta obra corta- 138 páginas- está repleta de referencias a la insignificancia, busca acercar un poco a la realidad, pues el mundo literario está acostumbrado a libros extensos, llenos de drama, de aventuras y nudos que atrapan al lector. Este libro, por el contrario no busca crear tramas complicadas, discusiones filosóficas profundas o situaciones fuera de lo común. La mayoría de los diálogos se desarrollan en parques o en salas de estar. No hay triángulos amorosos, enemigos o antihéroes. La insignificancia es la única protagonista y los personajes sólo se encargan de actuar bajo su mando.

Al inicio del libro se presenta una meditación de un personaje, llamado Alain, sobre el ombligo de las mujeres y lo atractivo que le parece. Al final del libro el mismo Alain dice que los muslos, los senos y las nalgas de las mujeres son atractivos porque representan lugares eróticos; pero el ombligo se volvió un objeto se sensualidad porque representa la conexión con la madre y obliga a pensar que esa persona en algún momento estuvo conectada al cuerpo de su madre mediante el cordón umbilical y es un llamado a la reproducción y la perpetuación de la especie.

En conclusión, Kundera se encarga de rescatar la insignificancia en un mundo donde cada vez todo está más conectado, cada gesto, cada signo quiere trasmitir un mensaje; donde elementos como el amor, la muerte y la enfermedad adquieren una gran importancia y tienen un impacto tanto en las personas que lo experimentan o sufren, como en las personas que están alrededor. A veces es bueno volver a la insignificancia, no tomarse la vida tan en serio, la muerte tan enserio o el amor tan en serio. La vida, como el amor y la muerte, terminan siendo como la historia que contaba Stalin a sus hombres, una broma que no da risa, pero que desde el principio no quiso darla.

 

 

 

 

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