Río muerto – Ricardo Silva Romero

“Río muerto” es el más reciente libro de Ricardo Silva Romero, en este cuenta la historia de una familia cuyo padre es asesinado por un bloque paramilitar en el pueblo de Belén del Chamí, y la mamá y los dos hijos se enfrentan a la pérdida, al vacío y al deseo de morir. El papá, un mudo que hacía acarreos en el pueblo, fue asesinado una noche cuando estaba violando el toque de queda decretado por el bloque paramilitar, luego de haber ayudado a un amigo a huir del pueblo porque lo iban a matar. La mamá, Hipólita, trabajaba como cajera en un negocio del pueblo. Sus hijos, Maximiliano, el mayor y Segundo, el menor, eran todavía niños e iban a la escuela.

El libro inicia con el asesinato de Salomón, el mudo, donde luego se convierte en un espanto que vigila a su familia e intenta comunicarse con ellos. Para comunicarse con su familia, Salomón busca a la bruja del pueblo, quien lo reconoce y le habla, pero le dice que es mejor que se vaya a descansar. La bruja, sin embargo, visita la casa de la familia del mudo, pero nunca le abren; intenta hablar con los hijos y estos la escuchan, pero no siente que le manden el mensaje que quiere enviar el muerto a su esposa.

Luego de casi un mes de encierro, Hipólita sale de su casa decidida a enfrentar a los asesinos de su esposo, enfurecida con el mudo porque este le había prometido que cuando uno de ellos muriera, se llevaría al otro. Es así que Hipólita se embarca en una aventura, obsesionada por encontrar la muerte y enfrentarse a aquellos que mataron a su marido. Se enfrenta al comandante de la policía y lo acusa de haber matado a su marido, así como de estar aliado con los paramilitares. También va al culto de la iglesia y allí acusa al pastor de estar aliado también con los paramilitares. Luego es llevada al campamento del jefe paramilitar, en donde le lanza insultos y lo acusa de haber matado a su marido y este debate sobre si mata a los tres o solo a la mujer. En el campamento paramilitar discuten largo rato, hasta que el jefe decide acercarse con un revólver en la mano a la mujer, en ese momento, el hijo mayor se abalanza sobre el hombre y le hunde una tijera en la palma de la mano. Se forma un gran alboroto, que apaga Segundo, el hijo menor, pidiendo clemencia por su familia y rogando por la vida de ellos, a la vez que le dice a su madre que el papá le dice que “haga caso”, rompiendo también la obsesión que tenía Hipólita por morir. Finalmente, son perdonados por el jefe paramilitar, pues considera que matar a la familia de alguien a quien ya había matado, era de mala suerte.

En resumen, el libro es una novela corta, de 156 páginas, en las que se narra la muerte, el duelo y las maneras de afrontarlo. En donde la obsesión de Hipólita por morirse y poder cumplir la promesa que tenía con su marido, la enceguece y la enfrenta con todas las autoridades del pueblo, mientras sus hijos aprenden a ser adultos por cuenta propia y el espanto de su padre intenta comunicarse con ellos.

“Río muerto”, según Silva Romero nació de una conversación en un trancón para entrar a Bogotá. Aunque su pueblo es ficticio, podría estar ubicado en muchos pueblos de Colombia que viven a diario la violencia de los diferentes grupos armados. Sin embargo, a mí el libro no me produjo grandes sorpresas o me cautivó. Lo leía en tandas de 20-30 páginas que a veces se me hacían muy largas, en donde sentía la narración muy plana y sin grandes emociones, inclusive sentí la voz del narrador muy cargada de insultos. Antes de escribir la reseña, decidí buscar algunas reseñas del libro y me di cuenta que la opinión no era solo mía, vi que lo habían calificado con tres estrellas. Yo no he sido de dar estrellas, ni calificar los escritos de los otros, sólo escribo sobre lo que me hacen sentir los libros cuando los leo, y este me pareció muy “normal”; puede ser por la temática de la que ya conocemos mucho en el país, pero para ser mi primer libro de Ricardo Silva Romero, no me dejó con muchos deseos de leer más sobre él.

El club de la conversa

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Hola, perdón que le hable así sin conocerlo, pero es que me dijeron que así era más fácil. Yo no siempre he sido así, la verdad nunca había hablado con desconocidos. Esta es mi primera vez, mucho gusto, me llamo Mariela. Ayer cumplí los 50, a mí sí me habían dicho que con los años llegan cosas y que uno cambia, pero es que yo no me imaginaba que esto iba a ser así. No, tranquilo, entre menos sepa de usted mejor, a veces la gente es muy desconfiada cuando habla con un desconocido en la calle; además, ¿a usted quién le asegura que yo si me llamo Mariela? Vea le sigo contando, entonces como cumplí 50, nací en el 70; si usted supiera todo lo que me pasó en estos 50 años. Pero venga, ¿cierto que no tiene afán? Porque si usted me dice que es muy urgente, yo me paso de banca; ya que tengo 50 y 1 un día me puedo dar más lujos que antes no me daba. Vea pues, entonces como le iba diciendo, imagínese que a los 5 me entraron a estudiar dizque a un preescolar que quedaba como a dos cuadras de la casa. Ahí conocí a mi primera amiga de muchos años; se llamaba Aura, vivía también cerquita y le encantaba jugar con una muñeca que tenía el pelo negro; un día se le perdió y vea, lloramos como dos días hasta que el papá le compró una con el pelo más negro y que tenía vestido azul.

Ahí viene el 192, ¿no se va en ese? Bueno, cuando pase ese yo le aviso. ¿Y qué? ¿Va a estudiar o a trabajar? Mentiras, no me diga, acuérdese que eso de hablar con gente que uno no conoce no es bueno; yo solo le estoy hablando porque tengo ya 50 y 1 día y ya van a ser 3 horas cuando sean las 9. Vea pues, entonces que esa muñeca de Aura era divina, yo le tenía mucha envidia, entonces un día llegué a mi casa tirando todo, que el morral, tiré los zapatos, la lonchera salió volando por toda la casa y se regó un sobrado de jugo de guayaba que había dejado del almuerzo; jum, si usted supiera la pela que me pegaron, lo único que me dieron de muñeca ese día fue la nalga que me quedó igual de plana a la de la muñeca de Aura.

Ahí viene el 301, ¿no me dijo que era el que le servía? Pero vea, va como todo lleno, mejor espere el otro que yo acá le hago compañía. ¿Al fin pa dónde es que va? Ah no mentiras que yo no le puedo preguntar eso. Vea, entonces cómo le parece que una vez me agarré con Aura por esa muñeca y no nos hablamos como en dos semanas, pero para que ella viera que yo no era rencorosa, un día me dio por devolverle el cuerpo de la muñeca con una cabeza de las que yo tenía; esa no tenía el pelo negro, pero igual era bonita, el problema era que la muñeca era más morenita que la de ella, entonces parecía como si le hubiera dado vitíligo. ¿Usted sí sabe que es vitíligo? Eso fue una cosa que le dio a un primo mío que lo empezó a desteñir todo feo. Eso era lo que le dio dizque a ese que bailaba y se cogía mucho el pipí, maicol jordan. ¿Qué no era Jordan? Ah bueno, lo que usted diga, ya con 50 y 1 día y ya sí las 3 horas es que se le empiezan a olvidar a una las cosas.

¿Si empacó almuerzo? ¿Yo le veo esa mochila como muy flaca? ¿Usted si se alimenta bien? Vea que la otra vez a mí me salió una tía dizque lesbiana y dejó de comer carne como tres meses y se puso toda flaca y amarilla, con decirle que ya en la casa no le decíamos nada del miedo que nos daba que se fuera a desmayar haciendo fuerza por alegar con nosotros. ¿Entonces qué son las lesbianas, a ella le dejó dizque de gustar la carne? Ah bueno, yo le creo pues; pero si lleva buena plata, yo le veo esa nalga como muy flaquita, esa billetera no debe tener casi billetes. ¿Y entonces? Ah sí, esa sobrina mía al ratico dejó de ser eso que usted me dijo que ya no se dice lesbiana y empezó a comerse toda la carne del mercado; ya había era que regañarla toda porque se estaba comiendo los muslos y la pechuga y le dejaba al papá puras alas todas descarnadas.

¿Y no va a llegar tarde? Vea que ahí volvió a pasar el 192 y ese lo deja como a 3 cuadras, le toca caminar un poquito, pero es mejor que esperar el 301 que ese como que todavía se demora. Yo creo que hay un choque o algo, porque esto a esta hora no es así, antes los buses son los que hacen fila para que uno se monte. Ah, vea y estábamos hablando que de las lesbianas, como le parece que en estos días el hijo de mi hermano Mario le dijo a todos dizque que era gay; de una salimos todas a decir que cómo era de lindo, que qué tristeza que nos haya salido un caso perdido, yo que ya me imaginaba a un sobrinito con esos ojos verdes que él tiene y ese pelo monito; pero no a él le dio dizque por ser gay. Yo ya no digo nada más porque por estos días ya una es la que queda mal, pero a mí sí me da mucha tristeza. ¿No me diga que usted también? Ah juemama, ¿Cómo así, le doy el teléfono de Santiago? Espere a ver si tengo una foto de él en este guasá que me dieron de cumpleaños. Yo apenas lo estoy aprendiendo a manejar, pero por ahí vi que había una foto de él. No, yo estoy tranquila, antes me parece muy bueno, así le puedo seguir contando cosas cuando vaya con él a la fiesta de diciembre.

Vea es que usted no sabe cómo me queda a mí de buena la natilla. ¿Le cuento cómo la hago? Vea primero tiene que comprar esa de caja, no le diga a mi sobrino porque ahí sí no se lo presento, ellos todavía creen que yo me invento todo, pero no; primero echo todo por allá al escondido y ya sí después les llevo la paila para ponerlos a revolver. Entonces vea, ah espere, ¿A usted sí le gusta la natilla, Camilo? No, yo sé que usted no me ha dado el nombre, pero yo sí le vi una cara de Camilo que eavemaría, ¿O va a decir que no se llama así? ¿Sí ve? Es que a mí no me falla esta intuición; una ya con 60 años, 1 día y ya 3 horas y cuarto. Entonces, bueno, vea, usted echa todo bien en la paila, ojalá bien grande y subida en dos adobes; ojo con eso que en estos días me mandaron un video por ese feisbul en donde salían unos peludos regando un sancocho que había colgado de un asador, si usted viera como sufrí por esas papitas ahí tiradas. ¿Usted lo vio, Camilo? A mí no me dio risa la verdad, ya ese sancocho estaba para comer.

Ay mijo, vea, ahí viene el bus, yo creo que ya sí le toca irse. Va a llegar súper tarde a esa clase. ¿Cómo que ya no llega? Claro que sí, súbase súbase que a esta hora esos buseros andan a mil por toda esa 33, a mí hasta me sientan a esta hora, no es sino que uno pase la registradora y vea, queda sentado y acomodado antes de llegar al otro semáforo. ¿Seguro? Bueno, entonces yo le sigo contando, si quiere nos quedamos acá, o venga entonces lo invito a comer alguito allí en la esquina. ¿Hace mucho desayunó? ¿Qué desayunó pues? Ah, yo no conocía de eso, en estos días cuando salga con Santiago me enseña a hacer de esas cosas. Camine pues entonces, se toma así sea una avenita o algo que yo ya lo veo como pálido, no me diga que usted también salió lesbiano como esa sobrina mía.

Buenas don Ramiro, a mí me trae una soda y a Camilito me le trae una avena con chocoramo. ¿Qué no come dulce? Ay no mijo, ahí sí se cayó conmigo, entonces nunca va a probar la natilla que le dije. Ve, verdad, yo nunca la acabé de contar lo de la receta, ¿Cierto? Vea pues, usted echa todo ahí en la paila y los pone a revolver todo, y cuando ellos no se dan cuenta, usted llega y coge una media de ron y le empieza a echar, así de a poquito, cuando están cambiando el que revuelve todo y la clave está en decirle a todos que no, que esa natilla todavía está muy cruda, para que sigan revolviendo. Ya después, uno va cogiendo más roncito, pero ese sí se lo toma usted, y ya con eso, vea, queda lo más de copetona, y empieza a darle abrazos a los sobrinos. Claro que lleva más cosas, no ve que usted no la deja terminar a una, vea, coma entonces un paquete de papitas pues, esas no tienen azúcar. Ramiro, dele un paquete de papitas a Camilo. ¿Tampoco? ¿Me salió desganado? No le dé pena que ya estamos en confianza, vea, yo vivo por allá en esa esquina, pregunte por Mariela y verá que por allá me conocen. Además, si se vino a comer conmigo por acá es que me tiene confianza.

¿En qué íbamos? Ah, sí, vea entonces ya cuando esté prendido, empieza a echarle más ron a la natilla, no se le olvide echarle más leche porque termina emborrachando la natilla y ya tampoco le sabe bueno. ¿Usted con quién vive Camilo? ¿Solito?¿Y no le da mucha tristeza vivir solito? Yo vivo con mi hija y dos perritas, una se llama Lulú y la otra Reina, son lo más de lindas; no me las traje que porque iba a salir solo a la tienda a comprar que una bolsa de leche y un paquete de arepas para el almuerzo, como hoy tengo pereza, voy a hacer arepa con pollo. ¿Usted qué va a almorzar ya? ¿Cómo se le ocurre no ir a estudiar? Vea, espere entonces y yo compro otra cosa acá y lo invito a almorzar, ya somos compinches prácticamente, y eso que no ha conocido bien a Camilo, espere y verá que ahora en la casa le muestro una foto bien bonita que tengo de él en la sala.

¿Nos vamos ya? Noooo, cómo se le ocurre, yo voy a pagar, usted guarde esa platica que eso le sirve para después. Vea, camine por acá, yo vivo allá en ese edificio amarillo con café, 302. Espere y verá que cuando estemos ya en el ascensor, van a empezar a ladrar las perritas, lo más de lindas, son de esa raza dizque crespuder, aunque ya están como viejitas, hay una que tiene cataratas y todo, pero ladra duro esa condenada. Vea, cuidado ahí con esas bicicletas, a mí antes me daba miedo de las motos porque eran todas atravesadas, pero ya este barrio se llenó de puros peludos barbados que andan a toda en esas bicicletas, ya una ni sabe a qué tenerle miedo. ¿Pero usted no ha pisado a nadie o sí? ¿Vio, por eso es que se le dañó, cómo le va a decir atravesado al señor si él también estaba pasando la calle? Eso es culpa de ustedes que no ponen cuidado y lo levantan a uno y después se hacen los bobos. Pase pues que ya cambió, vea, por ahí abajo vive Camilo, en ese verde con morado, la pintura sí es como fea, pero si usted viera el apartamento que tiene. No, él también vive solo, hace como un año se fue de la casa, ya trabaja y todo, en La Alcaldía lo más de pispo, todos los días sale de cachaco y corbata.

Límpiese pues los zapatos en el tapete, cuidado que Lulú a veces es muy brava, entonces no la toque mucho. Vea, esta es mi casa, cuidado pues que le salen las perras. ¿No las oye? Deben estar acostadas, a veces se duermen a esta hora y no hay quien las levante, tiene una que coger esa bolsa de la comida y hacer bulla para que vengan. Vea, siéntese en la sala que yo ya vengo, ¿Quiere tintico, agüita? Bueno, ya le traigo. Vea mijo, si quiere más no es sino que me diga. Ya que lo veo de cerquita usted está como muy pintoso, se parece un poquito a Camilo y todo. ¿Y eso, no me había dicho pues que se llamaba Santiago? ¿Pa qué me hizo creer entonces que se llamaba Santiago? Sí ve, yo cómo estaba de contenta que porque le había adivinado el nombre. No, pero tranquilo, sigamos hablando. Entonces vea, usted tiene que poner a todo el mundo a revolver esa natilla mientras les empieza a dar ron, ya cuando todos hayan tomado y estén bien, ya nadie se va a acordar de esa natilla, entonces se la van a comer así como salga y ya; todos le van a decir que está muy buena, que la tía es muy tesa y que nadie sabe hacer la natilla como usted.

No, yo a esas muchachas no las conozco, primera vez que veo esa foto. ¿No será que usted la sacó de la billetera y me las está mostrando? No, Natalia salió a trabajar, ella viene ahora a las 12:30 a almorzar, come alguito y de una se devuelve para la oficina. Ella trabaja por allá dizque en Empresas Públicas, una tesa esa culicagada. 28, se acabó de graduar de una maestría por allá en eafí, muy inteligente la niña. No, a esa tampoco la conozco, aunque se parece como a Natalia, pero yo nunca he visto a esas niñas y mucho menos a ese barbado, vea ya cómo se ven de viejos. Vea, sabe qué, espéreme yo le traigo torta que yo creo que quedó un poquito de ayer. Ayúdeme a buscar, de pronto por allá atrás de la cocina, yo creo que allá la guardó Natalia ayer. ¿Nada? Claro que sí, si era lo más de buena; una Maria Luisa.

Venga, ayúdeme a acostar un ratico, ahora me despierta para hacerle el almuerzo a Natalia, ¿sí? Déjeme acá en la camita y yo ahora lo llamo. ¿Cómo era que se llamaba usted al fin? Ah bueno, muchas gracias Camilo, usted se parece mucho a mi sobrino, es más, sino tuviera como 10 años más, yo diría que es el mismo. Ahora me despierta. Que la virgen lo acompañe.

¿Por qué somos tan parroquiales? – Sandra Borda

“Tomamos la decisión de que si el mundo era ese lugar hostil y brutal en el que estábamos condenados a ser un país débil e indefenso, lo mejor sería mantenernos encerrados.” P.18

En “¿Por qué somos tan parroquiales?”, la politóloga y doctora en ciencia política, Sandra Borda, hace un breve recorrido por la política exterior colombiana a lo largo de la historia del país. A través de cinco capítulos aborda diferentes épocas en las que la política exterior colombiana tuvo unas características específicas. Comenzando por el siglo XIX cuando Simón Bolívar quería crear una gran comunidad de países latinoamericanos en los que estaba excluido Estados Unidos; pasando por el inicio del siglo XX, marcado por la pérdida de Panamá y la posterior decisión de tener a Estados Unidos como aliado y no como enemigo; para llegar finalmente al siglo XXI, donde el proceso de paz puso a Colombia en el ojo de la comunidad internacional y le trajo una gran exposición en organismos multilaterales.

El primer capítulo habla de nuestro “parroquialismo”, las ideas que nos repiten y repetimos constantemente en la que decimos que tenemos el segundo mejor himno del mundo o que somos el país más feliz del mundo, pero realmente no se conocen esos estudios o los que existen no nos muestran como vencedores. Este parroquialismo se ha originado por nuestra falta de competencia internacional, no nos gusta medirnos con respecto a los demás países, pero al interior de nuestro país, seguimos creyendo que somos los mejores. El inicio de este “ensimismamiento” tuvo su origen en la pérdida de Panamá, luego de décadas de política exterior en la que se hacía equilibro entre apoyar a la potencia reinante, Reino Unido, y a la naciente, Estados Unidos; finalmente, el pulso entre ambas dio un ganador y el equilibrismo en la política exterior se vio afectado particularmente por Estados Unidos que no tuvo problema en ayudar a la independencia del Panamá y liderar la creación del canal. Este hecho, según Borda, es el inicio de nuestro parroquialismo, pues ese golpe en el territorio y el comportamiento de la nueva potencia, generó un choque en las élites políticas, que buscando evitar un nuevo episodio futuro, prefirieron abandonar el protagonismo y centrarse en obtener acuerdos comerciales que beneficiaran la economía.

El segundo capítulo se centra en la época de la independencia y el liderazgo de Simón Bolívar. Los primeros objetivos de la política internacional en el siglo XIX fueron “la obtención de reconocimiento internacional y el acomodamiento estratégico y autónomo en el escenario global” (p.26). Con las gestas libertadoras y el nacimiento de nuevos países, Bolívar y su Gran Colombia buscaban general alianzas locales que permitieran mantener la independencia. La unión que predicaba Bolívar lo enfrentó rápidamente a Santander, quien, a diferencia de Bolívar, creía que Estados Unidos debería ser un aliado importante. Los principales logros en materia internacional del siglo XIX fueron: el reconocimiento internacional y el establecimiento de límites, al igual que una gran especialización en materia de derecho internacional que convirtió al país en pionero en este campo, incluso antes que países europeos.

En el tercer capítulo, Borda, expone la actitud de Colombia en medio de las dos guerras mundiales. A raíz del auge de Estados Unidos y la caída de Reino Unido, Colombia comenzó a depender de su relación con el primero. Sin embargo, hechos como la pérdida de Panamá, enviaron un mensaje temprano sobre las maneras que Estados Unidos estaba dispuesto a utilizar en su política exterior. Colombia decidió bajar la cabeza y dedicarse a buscar acuerdos económicos en vez de protagonismo. Fue en el primer cuarto de siglo donde se acuñó el término “Respice polum”, con el que Marco Fidel Suárez buscaba una alianza estratégica entre Colombia y Estados Unidos. Esta alianza se afirmó con una indemnización por parte de Estados Unidos a Colombia por la pérdida de Panamá y el envío de una misión económica que asesoría la posible inversión del dinero. Sin embargo, esta alianza generó condiciones de desigualdad, pues Colombia renunció a una política internacional más ambiciosa y Estados Unidos dio por sentado la posición de Colombia, por lo que no se preocupó por un cambio en este comportamiento.

En el cuarto capítulo, se aborda el periodo de la Guerra Fría y la apertura de Colombia a la participación en organismos multilaterales: la ONU, la OEA, el TIAR. Al igual que apoyos a las iniciativas de Estados Unidos como la Guerra de Corea, la expulsión de Cuba de la OEA y la lucha anticomunista. Igualmente, en el ámbito nacional, se empezaron a gestar operaciones en contra de las guerrillas (principalmente el ataque a Marquetalia) a la vez que se recibían ayudas internacionales del plan Alianza para el progreso. En la década de los 70, se abrió un margen para maniobrar en el continente de manera autónoma; de allí que Carlos Lleras Restrepo buscara afirmar lazos con los países vecinos, el llamado “Respice similia”, generando iniciativas como el Pacto Andino y la creación del Grupo de Contadora (que buscaba resolver vía diálogo los conflictos de Centroamérica). Posteriormente, entrados los años ochenta y noventa, la prioridad de Estados Unidos fue la lucha antidrogas, en la cual Colombia estaba involucrada, por lo que se generaron nuevas alianzas y apoyos para combatir a las guerrillas, los narcotraficantes y el comercio de drogas.

Finalmente, el quinto capítulo, narra esos años de la lucha antidrogas, el Plan Colombia y las ayudas internacionales, principalmente de Estados Unidos, para combatir a las guerrillas. Desde las iniciativas de Belisario Betancur, hasta Juan Manuel Santos, los gobiernos colombianos estuvieron entre la salida armada o negociada a la paz, estrategias que buscaban el apoyo internacional y buscaban “a través de la autoestigmatización, generar solidaridad y, por medio de la misma, obtener recursos provenientes de la comunidad internacional” (P.86). De esta manera, la política exterior de las últimas décadas, ha girado en torno a la búsqueda de la paz y la ayuda internacional, en la cual se depende del gobierno estadounidense y su política exterior, que también se debate entre la ofensiva a las drogas y los cultivos ilícitos o la búsqueda de una salida negociada.

En resumen, “¿Por qué somos tan parroquiales?”, es un libro sobre la política exterior colombiana. Está escrito en un lenguaje claro, a veces hasta en términos coloquiales, buscando acercar el conocimiento a las personas que no están familiarizadas con los tecnicismos de la materia. Es también un libro corto, pero que contiene los elementos más importantes de la historia internacional del país. Igualmente, contiene cerca de 30 páginas adicionales en donde se expone bibliografía especializada para quienes quieran conocer más a fondo sobre la política exterior colombiana. Un libro recomendado para las personas que estudian ciencias políticas, relaciones internacionales o cualquier rama de las ciencias sociales. También es recomendado para quienes quieran conocer más sobre la política exterior del país y los diferentes comportamientos que se han tenido a lo largo de la historia. Un libro sencillo que despertará el interés de los curiosos y los ayudará a iniciarse en el mundo de la política exterior y las relaciones internacionales.

No todo va a estar bien

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Pasados ya casi 8 meses desde la aparición del coronavirus en todo el mundo, se pueden analizar y decir muchas cosas. Una de las que me ha llamado la atención fue la elección, al menos en Colombia, de frases como “Todo va a estar bien”, para transmitir calma a las personas y decirles que las cosas iban a mejorar. Sin embargo, con el paso de los meses y la llegada del coronavirus a muchos núcleos familiares (incluido el mío), las publicaciones constantes de aumento de cifras de muertos y enfermos, acompañados por un mensaje que generalmente contenía la frase “Todo va a estar bien”, comenzó a inquietarme; pues más allá de esos números que se presentan en el informe diario que dan las entidades territoriales, para una persona y un núcleo familiar ese número significa que un integrante de su familia, que estaba con ellos y se contagió, ahora no volverá a estar con ellos y la frase “Todo va a estar bien” no llena el vacío dejado por el ausente, ni sirve para ayudar a realizar el duelo, que bajo estas condiciones es aún peor, pues no se permite ver al difunto, ni reunir a la familia en torno a una eucaristía o el ritual religioso de su preferencia.

A estas alturas del año, y luego de los aprendizajes tanto individuales como colectivos, creo que sería prudente por parte de las administraciones municipales, departamentales y nacional, reconocer que el “Todo va a estar bien” puede estar ahora un poco desgastado. Sufrir una perdida en el núcleo familiar y lidiar con todas las preguntas sin resolver no se resuelven con una frase. El solo hecho de tener a una persona hospitalizada y no poder visitarla es ya de por sí un gran desgaste emocional, y eso sin agregar las complicaciones que se dan cuando un paciente entra a la UCI y es sedado, donde todo se resume a un informe diario sobre la evolución de la persona y el temor a esa llamada que lo cambia todo. Es hora de aceptar que “No todo va a estar bien”, que está bien sentirse mal, hacer el duelo y tener un acompañamiento que ayude a llevar esos momentos.

Llama la atención el comportamiento de jefes de Estado en otras partes del mundo, donde buscan relacionarse con los ciudadanos, mostrarse cercanos, interactuar con ellos y mostrarles que aunque están en tiempos difíciles, sus vidas cuentas. Por estos días ha sido muy compartido un video en el que Ángela Merkel se dirige a sus ciudadanos y les dice que no es aceptable continuar con las reuniones familiares si el precio que se debe pagar es contrar con 590 muertos diarios, evidenciando la importancia que da a quienes están bajo su mando y su responsabilidad con ellos.

Culturalmente, en Colombia, hemos sido criados con una serie de frases y comportamientos que buscan callar esos sentimientos cuando las cosas duelen o están mal. Es común el “Párese que nadie lo vio” cuando un niño se cae, o el “No piense en eso” cuando se tienen dudas frente a una situación. Dentro de estas palabras puede estar también considerado el “Todo va a estar bien”, pues mientras mueren personas todos los días y muchas otras sufren necesidades económicas, el mensaje sigue diciendo que todo va a estar bien en algún momento; silenciando muchos sentimientos y necesidades que solo conoce la persona que la padece, pero siguen siendo opacados por ese mensaje general.

El reconocer la existencia de esta situación y generar mensajes que no sólo transmitan un positivismo cerrado, sino que también reconozcan que se puede estar triste y sentirse mal por la muerte de un ser querido, ayudaría a evitar muchos problemas psicológicos futuros, pues ni las vidas que se pierden son un número, ni los familiares de estas, personas insensibles que todo lo pueden soportar. Es hora de abrir nuevos espacios desde las diferentes administraciones, evaluar la manera de comunicar, tener en cuenta el impacto emocional que sufren aquellos que pierden sus seres queridos y reconocer que no todo puede estar bien.

Dedicado a mi tío Manuel Antonio y todas las personas que han muerto por coronavirus.

¿Un nuevo ciclo de la guerra en Colombia? – Francisco Gutiérrez Sanín

“…Técnicamente, no tenemos acuerdo. Tenemos una desmovilización y un marco normativo que les da algunas protecciones a los desmovilizados, pero que es flexible y que permite un amplio margen de discrecionalidad a una de las partes firmantes.” P.76

En su más reciente libro, el antropólogo y doctor en ciencia política, Francisco Gutiérrez Sanín, se dedica a reflexionar sobre la actualidad del acuerdo de paz y su implementación en el país; llegando a conclusiones en las que dice que el acuerdo no se ha implementado ni siquiera al 40% y que existe una gran posibilidad de entrar en un nuevo ciclo de violencia. Para ello, a través de 8 capítulos, va analizando diferentes ámbitos que influyen en el cumplimiento o no del acuerdo, al igual que los actores implicados y las posibles consecuencias nacionales e internacionales del incumplimiento del acuerdo de paz.

En el primer capítulo, Sanín, presenta un marco teórico que defenderá a lo largo del libro, que expresa básicamente que en el siglo XX, Colombia tuvo dos grandes ciclos de violencia, “La Violencia” entendida como la guerra entre guerrillas liberales y conservadoras que llegó a su fin con el Frente Nacional. Y la guerra anti insurgente dada a inicios de la década del 60 y que tuvo como protagonistas a las guerrillas, los paramilitares y el Estado. Igualmente, Gutiérrez Sanín, defiende la idea de que ambos ciclos de violencia están relacionados y que la guerra anti insurgente se deriva de incumplimientos del periodo de La Violencia. Finalmente, aborda también la idea del proceso y acuerdo de paz como un elemento que divide a la sociedad y que requiere cuidado, pues los incumplimientos y la posibilidad de un quiebre son muy frecuentes.

En el segundo capítulo, “Disecando al camaleón”, el autor hace un recuento de las principales teorías que indican cuándo se considera que existe una guerra, analiza las partes implicadas en el segundo ciclo de la violencia y discute algunas hipótesis sobre estos actores como: la guerra como forma de ganarse la vida, la teoría de la existencia o no de un conflicto armado interno, el papel del narcotráfico en los actores del conflicto, el proceso de desmovilización de los paramilitares, entre otros.

El tercer capítulo se centra en contrastar y verificar las cifras oficiales sobre el porcentaje del cumplimiento de los puntos del acuerdo, en el que destaca episodios como la fuga de Santrich y el asesinato de desmovilizados. Así mismo, se centra en unos criterios de cumplimiento como son: el regreso a la guerra de una parte implicada, el desconocimiento de lo pactado y el asesinato de desmovilizados. Otros criterios más amplios son: Implementación de lo pactado, que el acuerdo transforme la sociedad y que la paz cambie la forma de hacer política. Finalmente, Gutiérrez Sanín, presenta una teoría que llama “el mosco en la leche” en la que dice que aunque algunas cosas se pueden cumplir, el hecho de que se presente un incumplimiento grave que empaña todo lo demás, genera un efecto de “mosco en la leche” que hacer perder todo el panorama.

En el cuarto capítulo, el autor se pregunta por las consecuencias del incumplimiento, presentando consecuencias como: la removilización de unos actores que tienen gran capacidad para hacer la guerra y pueden ser integrados fácilmente a nuevos grupos armados; el impacto que genera el incumplimiento de algunos puntos de los acuerdos como la sustitución de cultivos y el tema de tierras en la población que aunque no participó en la guerra, sí se beneficia de la implementación de los acuerdos, trayendo desconfianza en el Estado y sus instituciones, lo que derivaría en posibles apoyos a nuevos grupos armados. El tercer elemento es desperdiciar el dividendo de la paz, que además de salvar vidas, creó nuevas instituciones y dio voz a sectores sociales tradicionalmente marginados. Todo esto puede traer grandes costos en el ámbito internacional, pues la credibilidad estatal estaría en juego para futuras negociaciones y pactos internacionales.

En el quinto capítulo, “Un nuevo país, y no es ironía”, el autor argumenta que el país ha cambiado en los últimos 20 años, generando condiciones desfavorables para el resurgimiento de la violencia guerrillera de la manera en que se dio en el siglo pasado; las condiciones sociales, económicas, educativas y políticas, han generado nuevas dinámicas sociales que hacen que la Colombia del siglo XXI sea diferente a la de los años 60 y 70 del siglo pasado.

El sexto capítulo, se centra en los cambios políticos nacionales e internacionales que pueden afectar la implementación del acuerdo de paz. Entre ellos destacan la ofensiva de Donald Trump contra los cultivos ilícitos y su presión por aumentar la fumigación aérea, en detrimento de la sustitución de cultivos. Igualmente, Gutiérrez Sanín, hace un contraste entre las condiciones internacionales al momento de firmar el acuerdo y en su implementación. Cuando se firmó el acuerdo, la mayoría de la comunidad internacional apoyaba la iniciativa y veía con buenos ojos el fin de la guerra en Colombia; en palabras de Juan Manuel Santos, “los astros se habían alineado”. Al momento de la implementación, tanto Estados Unidos como la comunidad internacional, empezaron a despreocuparse por el seguimiento y los resultados, lo que cambió también el panorama y apartó los ojos de Colombia en cuanto al seguimiento de la implementación de los acuerdos.

El séptimo capítulo aborda la oposición interna que ha tenido la paz, proveniente de sectores políticos que tienen alianzas con grandes terratenientes, que podrían verse afectados con la implementación de proyectos como la actualización del predial y el catastro rural; al igual que con medidas de restitución de tierras. Igualmente, la narrativa de estos grupos políticos se centra en presentar a las FARC como un grupo terrorista con el cual el Estado no puede tratar en condición de igualdad; por lo que dar privilegios o evitar que estos paguen sus delitos, se convierte en una gran garantía que no están dispuestos a ofrecer.

Finalmente, el último capítulo, está dedicado a “Lo que se nos viene pierna arriba”, donde el autor pone a dialogar ideas como el posible retorno de la violencia y las condiciones sociales, políticas y de seguridad que podrían evitar su retorno. La primera idea que se presenta es la del movimiento guerrillero como una pulga que pica y se esconde. Sin embargo, esta idea viene de los movimientos guerrilleros de Mao Tse Tung en el siglo pasado, bajo condiciones tecnológicas que difieren mucho con la actualidad. Igualmente, la manera de hacer la guerra por parte de los ejércitos ha cambiado, los drones, los mapas del territorio y los enfrentamientos, han generado ventajas estratégicas que podrían poner en desventaja a los grupos armados al margen de la ley. Finalmente, el autor presenta algunas amenazas que podrían afectar al país en un futuro cercano: una posible guerra con Venezuela en la que Colombia actúe como país aliado de Estados Unidos; un aumento del acaparamiento de tierras, tanto por actores ilegales como legales; un aumento del extremismo en el sistema político que acreciente las diferencias y alimente conflictos tanto en territorios locales como en el ámbito nacional.

En resumen, “¿Un nuevo ciclo de la guerra en Colombia?” es un estudio académico del panorama actual del país y el estado del acuerdo de paz firmado con las FARC en el año 2016. Hoy, 4 años después de la firma, muchas cosas han cambiado: el gobierno nacional, el presidente de Estados Unidos, el panorama político internacional. Todos estos cambios y otras situaciones, han afectado la implementación de los acuerdos, que, como lo reconoce Gutiérrez Sanín, no solo afectan a los desmovilizados, sino también a otros sectores de la población que se verían beneficiados con programas y políticas incluidas en este. Para el autor, la posibilidad de un nuevo ciclo de la guerra está ahí, el tiempo será el encargado de demostrar si el pronóstico era acertado o si seguimos esperando “el fin de la historia”.

Otro fin del mundo es posible – Alejandro Gaviria

“Todos, pensó, debemos mirarnos de vez en cuando en el espejo de nuestras propias obsesiones. Liberarnos así sea por un rato, de las máscaras de la sociabilidad y las exigencias de una meritocracia deshumanizante”. P.140

En “Otro fin del mundo es posible”, Alejandro Gaviria, reflexiona sobre los escritos, pensamientos y vida de Aldous Huxley, el escritor británico reconocido el siglo pasado por sus distopías, su pacifismo y su experimentación con LSD y otras drogas psicoactivas. El libro está escrito en ocho capítulos en los cuales Gaviria aborda diferentes temáticas de la obra de Huxley: salud pública, el uso de sustancias psicoactivas, la crisis ambiental, la educación, el progreso y otras.

El libro comienza con “Diez razones para el pesimismo cósmico” en donde Gaviria resume en 10 ideas algunas ideas que Huxley expone en su última novela, “La isla”. La mayoría de estas razones están centradas en la fragilidad de la vida humana y la certeza de que algún día moriremos; por ello, en vez de pensar en la inmortalidad, la perfección y una sociedad perfecta; Gaviria invita a reconocer que no somos nada de eso, por lo que debemos centrarnos también esos aspectos que evitamos constantemente para engañarnos y seguir buscando mundos prometidos.

El segundo capítulo aborda la salud pública desde las concepciones que Huxley expresó en su obra. Huxley vivió en la época de oro de la medicina, en donde todos los ámbitos de ésta avanzaron de manera significativa hasta llegar al estado en que la conocemos hoy. Aunque el texto no se centra solo en la medicina en sí, también habla de la preparación para la muerte como parte de la medicina, pues no se puede combatir contra lo inevitable y aceptar ese hecho hace que se afronte mejor el desenlace.

El tercer capítulo está enfocado en las drogas psicoactivas, comenzando con el Soma de “Un mundo feliz” y el “Moksha” de “La isla”, hasta pasar a “Las puertas de la percepción” en donde Huxley narra su experiencia bajo los efectos del peyote. También se aborda la guerra contra las drogas y la manera en que Huxley abogaba por un consumo de drogas psicoactivas para generar un cambio en la percepción del mundo que nos rodea.

El quinto capítulo (sí, me salté el cuarto porque no me gustó tanto) habla de Huxley y la educación. En este, Huxley habla de la existencia de dos vertientes en la educación la que se centra en la ciencia y la que se centra en las humanidades. Dice que el conflicto que ha existido entre estas dos vertientes ha causado que la humanidad solo pueda aprender un solo lado del saber, perdiendo la oportunidad de combinar ambos para generar un conocimiento más completo. Huxley también luchaba en contra de los dogmatismos y abogaba por el escepticismo en la educación, pues el cuestionar todo hacía que se aprendiera más y no se aceptaran ideas sin haber sido puestas a prueba.

En el sexto capítulo, Gaviria, habla de Huxley y el progreso, para esto expone los argumentos de “Un mundo feliz” y “La isla”, en el primero el progreso ha esclavizado a las personas al volverlas dependientes de electrodomésticos, medicinas y del estatus social. En “La isla”, el progreso ha creado una parte del mundo que se dedica a producir y otra que se centra en consumir. Igualmente, se aborda el tema del progreso espiritual, por el que Huxley abogaba, que consistía en buscar mecanismos para llevar la ética y el bienestar social a la par de los avances tecnológicos.

Los últimos dos capítulos son más personales para el autor, el séptimo capítulo se centra en una carta enviada por Huxley a un profesor de Colombia, la cual Gaviria luego logra rastrear, comprar y descubrir la identidad del destinatario. El último capítulo es un relato en donde Gaviria narra sus propias “puertas de la percepción” describiendo sus sensaciones luego de probar una dosis de LSD, la manera en que percibe su entorno, las hojas, la luz, lo que lo rodea. Igualmente, el autor escribe sobre su viaje interior, sobre las palabras y vivencias que le vinieron a la mente luego de todo lo que vio en el exterior; experiencias que lo ayudaron a entender un poco más su existencia, sus decisiones y sus acciones.

En resumen, “Otro fin del mundo es posible” es un fiel libro al estilo de Alejandro Gaviria, en donde, como de costumbre, Gaviria se centra en un autor y su obra, escribiendo cómo ha impactado su vida, qué aprendizajes ha tenido, al igual que escribe unas ideas propias relacionadas con la influencia del autor. En este libro, Gaviria, rescata a un autor que tal vez ha pasado desapercibido, pues aunque “Un mundo feliz” es su libro más conocido, tiene otras obras que no gozan de tanto reconocimiento en el mundo literario. También hace hincapié en sus ideas que buscan rescatar la espiritualidad, la conexión con la naturaleza y las demás personas y el viaje al interior para conocer más sobre la fragilidad de la existencia. Un libro corto (143 páginas) de fácil lectura y con buenos ejemplos para entender mejor la obra de Huxley.

Grávido río – Ignacio Piedrahíta

“El Magdalena no solo es el río, es todos los ríos y lagunas que lo alimentan. Es incluso el agua que llueve y lentamente va a dar a él.” P.138.

En “Grávido río” el geólogo y escritor Ignacio Piedrahita nos lleva a un viaje en la búsqueda del recorrido del río Magdalena, uno de los más extensos y caudalosos de la geografía colombiana, para conocer un poco más sobre algunos lugares en donde ha tenido importancia histórica. A lo largo de siete capítulos compartimos ese viaje en el que además de ver las aguas grávidas de tierra, peces y en algunos casos muerte, también podemos mirar el paisaje y el cielo, de los cuales nuestro narrador también tendrá mucho que decir y nosotros mucho que aprender.

En el primer capítulo podemos conocer acerca de la decisión que motivó el viaje, de cómo el narrador decidió partir de su casa en las montañas de Medellín a recorrer el camino del río Magdalena. Su primera parada, luego de un largo viaje de Medellín al eje cafetero, fue en el departamento del Huila, donde buscaba llegar a San Agustín. En el segundo capítulo leemos acerca del viaje al cañón del Magdalena en San Agustín, en el que el autor reflexiona sobre las migraciones de los hombres antiguos, sobre las culturas precolombinas, las esculturas de San Agustín y la expedición alemana que se llevó las esculturas más grandes.

El tercer capítulo está ambientado en el desierto de la Tatacoa, en donde el narrador reflexiona sobre los desiertos, la geografía del desierto, las leyendas que dan origen al nombre del desierto, la manera en que viven las personas allí, y una lección de astronomía sobre Saturno y las estrellas que se observan en el desierto. En el cuarto capítulo, el narrador llega a Tolima, donde dedica largo tiempo a estudiar la tragedia de Armero (ocurrida en 1985). En este capítulo, con su sabiduría de geólogo explica un poco la tragedia, la memoria del río que por allí pasa, que en ocasiones anteriores también había llevado con su creciente las viviendas y los terrenos de ese lugar. Igualmente, en el recorrido busca el Nevado del Ruíz, responsable de la gran avalancha de lodo que sepultó a Armero, ya que una erupción de su volcán se encargó de derretir el hielo de su cima, creando una avalancha de agua que terminó arrasándolo todo.

El quinto capítulo se centra en Puerto Berrío, Antioquia, lugar antiguamente conocido por ser la principal vía de acceso para llegar a Medellín. En este capítulo conocemos acerca de la historia de los ferrocarriles del país, especialmente el que conectaba a Puerto Berrío con Medellín. También podemos disfrutar de una expedición fluvial, en la que sin querer el narrador hizo parte, que se dedicaba a medir y estudiar la corriente del río y sus afluentes. En el sexto capítulo, el narrador llega al departamento de Magdalena, acá conocemos un poco más sobre hidrografía y geografía, sobre las divisiones que tiene la corriente del río al estar próximo al mar. En este capítulo, se hace especial mención a Mompox, en donde el narrador nos enseña sobre la tradición joyera del pueblo y nos cuenta sobre la historia del tungsteno; para finalmente adentrarse en una caminata por la ribera del río que lo condujo a una zona apartada donde fue ayudado por un pescador que lo llevó en su chalupa por el río y le enseñó algunas particularidades de la región.

Finalmente, en el capítulo siete, vemos cómo el narrador decide regresar a su casa, luego de sentir la magnitud del río Magdalena en diferentes partes del país. Ahora su deseo es regresar a las montañas de Medellín, observar todo con dedicación y disfrutar de los arroyos que pasan cerca a su casa.

“Grávido río”, como todos los libros de Ignacio Piedrahíta, es un libro del que se aprende en cada una de sus páginas, la capacidad que tiene el autor para narrar el paisaje y contar historias, a la vez que enseña sobre geología, astronomía, botánica y muchas más cosas, hacen que el libro se sienta muy cercano y a la vez se valore sus anécdotas sobre diferentes datos. En “Grávido río” hay no solo un viaje al Magdalena y su recorrido, también hay un viaje a la historia, al espacio y una rotación en los términos de Alcmeón de Crotona (citado en el libro) en donde el narrador consigue enlazar el principio y el fin de su viaje, donde todo empieza y termina en las montañas de Medellín, pero luego de una experiencia enriquecedora alrededor del país, de la historia y del cauce del río. Un libro recomendado para aquellos que les gusta la literatura científica, pero a la vez disfrutan de las charlas con aquellos amigos que quieren compartir su conocimiento sobre cualquier cosa en medio de una charla amena y algunas cervezas.

Narciso y Golmundo – Hermann Hesse

“Nuestro objetivo no es el cambiarnos uno en otro sino el conocernos mutuamente y acostumbrarnos a ver y venerar cada cual en el otro lo que él es, la pareja y el complemento.”  P. 44

“Narciso y Golmundo” cuenta la historia de dos personajes que se volvieron amigos para descubrir en el otro eso que los complementa. Narciso, un monje de monasterio que desea convertirse en abad y dedicar su vida al estudio y las meditaciones religiosas; Golmundo, un joven que vivía con su padre y fue llevado al monasterio para que se convirtiera en monje; sin embargo, sus deseos eran otros y terminó recorriendo el mundo buscando los placeres del amor y descubriendo todo lo que había fuera del monasterio.

Aunque al inicio Golmundo fue un alumno destacado, su admiración por Narciso lo hizo ganarse la amistad de este, lo que los llevó a profundas charlas sobre el sentido de la vida, el papel de la filosofía y teología en la cotidianidad, y, lo más importante, una reflexión que hizo Narciso a su joven amigo en la que le decía que la ausencia de su madre había dejado un vacío que lo obligaría a buscar en el mundo la manera de llenar ese amor que no tuvo.

A partir de esa charla, la vida de Golmundo cambió, empezó a sentir más ese vacío que antes no identificaba, ahora pensaba más sobre la vida exterior y sobre el amor y las mujeres. Una vez que un padre lo envió a recoger algunas plantas, Golmundo vio lo diferente que era el mundo afuera, se maravilló con los pastos, las plantas y la libertad, tanto que se quedó dormido. Se despertó en con su cabeza en las rodillas de una mujer y esta lo besó, lo siguió besando e hicieron el amor; hecho que le mostró un mundo nuevo a Golmundo y le dio las razones suficientes para querer abandonar el monasterio esa misma noche, concretando una nueva cita con aquella mujer.

Al conocer el amor, Golmundo decidió que su vida consistiría en vagar por el mundo, dormir en donde lo encontrara la noche, seducir mujeres, deleitarse en los placeres y seguir conociendo el mundo. Fue así que llegó a diferentes lugares, conoció muchas mujeres, experimentó el amor, el desamor, el hambre, el frío, la muerte y muchas otras cosas que forjaron su carácter y lo convirtieron en un joven encantador que conseguía su cometido a través de su belleza y pragmatismo.

En medio de su camino, encontró una virgen en una iglesia, de la cual quedó asombrado por el detalle de la figura y la manera cómo había logrado la expresión del rostro. Golmundo decidió entonces ir a buscar al artista y hacerse su discípulo, pues además de admirar el trabajo que había visto, quería aprender a encontrar esas expresiones en los rostros y a transmitir esos sentimientos. Fue así como llegó donde el maestro Nicolao, donde estuvo dedicado un tiempo a hacer una escultura en madera de la figura de San Juan, inspirado en las facciones de su amigo Narciso. Luego de largo tiempo dedicado a la obra, las mujeres, las peleas y a contemplar los peces, Narciso logró terminar su obra, obteniendo grandes elogios del maestro Nicolao.

Sin embargo, el deseo de aventura y de conquistar más mujeres, seguía ardiente en Golmundo, por lo que abandonó el taller de Nicolao y continuó con su camino, motivado por conocer nuevas tierras. En ese nuevo viaje se encontró con la peste y sus estragos en todos los lugares a los que llegaba. Vio la muerte de cerca, conoció a una mujer con la que compartió unos cuantos meses, mientras se escondían de la peste. También tuvo un compañero de viaje, que atemorizado por la muerte y la peste, terminó huyendo de su lado.

Al terminar la peste, Golmundo siguió su camino, esta vez regresando al taller de Nicolao, pero al llegar se dio cuenta que el maestro había muerto en medio de la peste y que el taller ya no funcionaba. Su tristeza se apaciguó cuando vio a la mujer del conde y decidió que su misión en ese pueblo era conquistarla. Luego de algunos acercamientos y cortejos, la mujer del conde cedió y le dijo que fuera al castillo en la noche, donde se vieron e hicieron el amor, prometiéndose una nueva visita. En la segunda visita, las cosas no salieron como planeaban y Golmundo fue sorprendido en el cuarto de la mujer del conde; Golmundo dijo que había entrado a robar abrigos, defendiendo a la mujer, pero igual fue condenado a la horca por el robo. La madrugada en la que iba a ser ejecutado, un sacerdote se ofreció a confesarlo, al entrar al calabozo en el que estaba Golmundo, este se dio cuenta que su confesor era Narciso quien le dijo que había logrado interceder por él ante el conde y había conseguido su perdón. Dándose entonces el reencuentro entre los amigos y el regreso de ambos al monasterio.

En el monasterio Narciso, ahora conocido como el Abad Juan, dispuso un espacio para que Golmundo tuviera un taller de artesanía. Golmundo, agradecido por regresar al monasterio y compartir con su amigo, empezó a trabajar en una obra, al igual que a formar un aprendiz. Luego de un largo tiempo, con intervalos en los que se perdía del convento algunos días, otros donde estaba en completo silencio y otros donde le enseñaba todo lo posible a su aprendiz, Golmundo terminó su primera obra en el monasterio, obteniendo una aprobación del abad y de todas las personas del monasterio. Sin embargo, lo atacó nuevamente el deseo de viajar y recorrer el mundo, volviendo a salir de viaje.

Luego de una larga ausencia, Golmundo regresó al monasterio, esta vez con un semblante muy distinto, con un cansancio y una vejez evidente. Llegó directo a la cama y al poco tiempo se acercó el Abad Juan a preguntarle por su último viaje, lo encontró enfermo y cansado en extremo. Comenzaron a hablar del sentido de la vida, de lo que había logrado cada uno con su vida, de la relación entre los pensamientos y la acción, de la filosofía, los conceptos, del objetivo de vida de cada uno, de la manera en que Golmundo quiso aprender los conceptos del mundo y descubrir lo que este tenía para ofrecerle, de la manera en que Narciso se mantuvo encerrado al mundo exterior y dedicó su vida a cultivar sus pensamientos, de la maldad en el mundo y de Dios. Finalmente, luego de una larga confesión sobre sus pecados, de una charla sobre el sentido de la vida, Golmundo falleció en la cama con Narciso a su lado.

En “Narciso y Golmundo”, Hermann Hesse escribe y explora sobre la dualidad de la vida, las diferentes maneras en que se puede conocer el mundo y las actitudes que afronta cada uno frente a las tentaciones y los deseos; está el que vive encerrado huyendo de las tentaciones y se dedica a construir un mundo interior, y está el que se enfrenta al mundo cayendo en sus tentaciones y disfrutando de sus placeres. Al final de la vida ¿Quién es mejor o quién vivió más? ¿El que se quedó encerrado y nunca conoció otra cosa que las palabras y los conceptos, o el que vivió en carne propia lo que significaba el mundo?