Crear o morir – Andrés Oppenheimer

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“¿Qué es una cultura de la innovación? Es un clima que produzca un entusiasmo colectivo por la creatividad, y glorifique a los innovadores productivos de la misma manera en que se glorifica a los grandes artistas o a los grandes deportistas, y que desafíe a la gente a asumir riesgos sin temor a ser estigmatizados por el fracaso.” P. 283

El más reciente libro del argentino Andrés Oppenheimer, “Crear o morir”, expone de una manera amena y atractiva, la importancia que tiene la innovación y los procesos de creación científica en la sociedad actual. En un recuento de experiencias innovadoras y llenas de fracasos y éxitos, Oppenheimer cuenta la historia de personajes como Gastón Acurio, el chef peruano que llevó a que la cocina de este país empezara a figurar en las más populares del mundo; Pep Guardiola, el ex jugador de fútbol y ahora técnico que ha obtenido un gran número de títulos en el fútbol mundial y ha sido admirado por la manera en la que dirige sus equipos; Salman Khan, un ingeniero indio que ha revolucionado al mundo con su página web de lecciones gratis para los estudiantes y ha contribuido al auge de la “educación al revés”. Y otros personajes importantes como Elon Musk y Richard Branson.

Una de las constantes de los libros de Oppenheimer, desde “cuentos chinos” (2005), hasta “Crear o Morir” (2015) ha sido la de criticar fuertemente los países latinoamericanos con sus economías basadas en la exportación de materias primas; mientras que países del primer mundo basan su economía en el sector servicios y están en una carrera constante por innovar y crear patentes que mejoren procesos científicos o hagan menos costoso un procedimiento de salud. Según cifras del mismo Oppenheimer, la cantidad de patentes registradas en la oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos en el 2014 fue de 148000 por parte de Estados Unidos, 54000 por parte de Japón, 17000 de Alemania… 290 de Brasil, 200 de México y 20 de Colombia (p.52)

El libro cuenta algunos ejemplos importantes de ciudadanos latinoamericanos que triunfaron en Estados Unidos o el medio internacional, gracias a sus ideas y al apoyo de gobiernos extranjeros, pues el apoyo y la motivación en sus países de origen para que crearan empresa y pudieran llevar adelante sus ideas de inventos y patentes, fueron muy pocas. Así es el caso de Jordi Muñoz, un mexicano que salió de su país con rumbo a Estados Unidos en búsqueda de mejores condiciones para su hijo que estaba por nacer; fue allí donde en foros de internet conoció al director de la revista “wired” quien pronto se interesó en sus ideas y en poco tiempo se asoció con él para crear la empresa 3d Robotics, especializada en drones y que en estos momentos es una de las pioneras y más conocidas marcas de estos aparatos en el mundo.

De igual forma se presenta al diseñador industrial chileno Alfredo Zolezzi, quien ha creado una forma de purificar agua sin que esta tenga costos elevados para las personas que lo necesitan. El capítulo de Zolezzi, en el cual también aparecen otros personjes, habla de los “innovadores sociales”, aquellos inventores que prefieren regalar su invento, a vender la patente a grandes empresas, pues saben que en manos de éstas, el producto final tendrá un costo muy elevado, y volverá inaccesible el invento a las personas de bajos recursos, que era la población a la cual iba destinada el invento en primer lugar. Por esa misma ideología marchan proyectos como los de Muhammad Yunus, el fundador de los microcréditos para los pobres, y la fundación Ashoka, que se dedica a patrocinar ideas de personas emprendedoras con un alto poder de impacto social.

Finalmente, en el último capítulo del libro, Oppenheimer expone los cinco secretos de la innovación:

  • Crear una cultura de la innovación
  • Fomentar la educación para la innovación
  • Derogar las leyes que matan la innovación
  • Estimular la inversión en innovación
  • Globalizar la innovación

En general, el libro es un elemento valioso que invita a cambiar el paradigma económico en el que están inmersos la mayoría de los países latinoamericanos: Debemos pensar en procesos con valores agregados y en cultivar la innovación y la creatividad en nuestros sistemas  educativos; ha llegado el momento de dejar a un lado la economía netamente extractiva, y empezar a mejorar y agregar procesos que aumenten el valor de las cosas que extraemos de la tierra. Oppenheimer, como en cada uno de sus libros, intenta llamar la atención de la sociedad en general, busca estimular el cambio en la educación, en la forma en que se forma a los jóvenes y en la manera que se les emplea al culminar su formación. Para él, la clave principal es la educación, la tolerancia al fracaso y la motivación constante por crear algo nuevo y diferente.

Es hora entonces de apoyar la educación, de formar más ingenieros y apoyar carreras dedicadas a las matemáticas y la ciencia. Es hora de apoyar las alianzas entre las universidades y las empresas para crear procesos, elementos y productos que estén basados en necesidades reales del mercado. Es hora de crear zonas dedicadas a la innovación en cada país, nuestro propio “silicon valley” en el que el fracaso cuente más como experiencia que los mismos éxitos, en el que se respire creatividad y admiración por aquellos que se atreven a ir más allá de lo establecido. Es hora de hacer la educación divertida y no un proceso que se basa en evaluar la capacidad para repetir conocimientos y calificarlos en números; necesitamos una educación que promueva “salir del molde”, que se enfoque más en crear nuevos procesos y saberes, que en regurgitar infinitamente el mismo conocimiento que se ha impartido desde hace décadas. Es hora de apostarle a la creación, es hora de “crear o morir”, pues si no lo hacemos, seguiremos condenados a una economía extractiva basada en recursos que en algún momento se acabarán, y tal vez cuando estos se acaben, no estemos preparados para dar el siguiente paso.

El club de la lucha – Chuck Palahniuk

 

 

“En realidad no luchabas contra mí- dice Tyler-. Te lo dijiste a ti mismo. Luchabas contra todas las cosas que odias en la vida.” P.178

El club de la lucha de Chuck Palahniuk cuenta la historia de un personaje anónimo, que en medio del insomnio producido por su exasperante rutina y una vida carente de significado, empieza a desarrollar una relación de amistad y admiración por un personaje que se muestra como todo lo contrario a lo que él es. El camarero, auxiliar de proyecciones, creador de jabones y sexualmente insaciable Tyler Durden. El protagonista anónimo, con ayuda de Tyler, deciden crear un “club de la lucha” el cual tiene como objetivo reunirse en las madrugadas a presenciar peleas entre todas las personas de las clases sociales.

Con el tiempo, el club de la lucha se va volviendo más famoso y más y más personas empiezan a acudir a las reuniones para pelear. Las reglas del club de la lucha van desde “no hablar del club de la lucha” hasta una pelea obligatoria cuando se acude por primera vez. El fin del club es pelear, descargar la ira, la frustración y todos los problemas en otro; batirse hasta que alguno diga que no puede más y luego volver a la vida cotidiana, ahora con un aire renovado y unos cuantos moretones, dientes rotos y heridas, que te recuerdan que eres frágil, pero también que la otra persona pudo haber quedado peor.

En el transcurso del libro aparece el personaje de Marla Singer, una mujer acomplejada y con tendencias suicidas que recurre a diferentes grupos de apoyo para enfermedades terminales con el fin de saber que hay personas peores que ella. En estos grupos es donde conoce al protagonista del libro, quien se enfrasca en una relación de amor y odio con ella; pues no soporta verla en sus grupos de apoyo, creyendo que ella sabe que él no tiene ninguna enfermedad ni problema alguno, y que lo puede desenmascarar frente a todos. Con el paso del tiempo, Tyler Durden entra en la relación y ahora se convierte en un triángulo, en el cual los extremos de Tyler y Marla tienen sexo; mientras que Marla y el protagonista siguen en su relación de aprecio y desprecio.

Al ver la gran acogida que tiene el club de la lucha, Tyler decide apostarle a un nuevo proyecto, el Proyecto Estragos, que tiene como fin crear el caos en las principales ciudades del país y realizar actos terroristas en los cuales se atente contra la banca, la economía y las principales esferas del poder. Es así como la casa en la que se alojaban Tyler y el protagonista, comienza a ser habitada por una serie de hombres que visten de negro y se dedican a cultivar plantas, hacer jabón, explosivos y otros insumos para los diferentes fines del Proyecto Estragos.

En medio del desarrollo de las diferentes actividades del Proyecto Estragos, el protagonista empieza a ver cada vez menos a Tyler y empieza a preguntar por él a todas las personas de la casa. A la par que empieza a buscar a Tyler, se da cuenta que gente que no conoce, lo saluda con familiaridad y le dice “señor”. En una escena en un cuarto de hotel, se encuentra con Tyler, quien le dice que en realidad los dos habitan el mismo cuerpo y fue el protagonista quien quiso crear a Tyler, y es Tyler quien se apodera del cuerpo cuando el protagonista duerme.

Es así como el protagonista empieza a dimensionar todo lo que ha hecho Tyler y los proyectos futuros que tiene con el Proyecto Destrucción, por lo que decide frenar todos los proyectos y cerrar los clubes de lucha, pues le parece que ha causado mucho daño. Al intentar hacer esto, se da cuenta que las mismas personas del Proyecto Estragos no le permiten parar los proyectos y están dispuestas a hacer todo para impedírselo, pues fue él mismo- en la personalidad de Tyler-, quien les advirtió que si en algún momento decía que pararan el proyecto, le debían cortar las pelotas. Ante esta resistencia, el protagonista decide tomar un último recurso para acabar con Tyler; se dispara con el fin de matar a Tyler, pero a la vez muere él también, pues compartían el mismo cuerpo. Una de las principales diferencias entre el final del libro y el final de la película, es que en la película solo se muere el alter ego y queda el protagonista vivo junto a Marla. En el libro, ambos mueren, y el protagonista va al cielo y ve todo lo que sucede con Marla y el Proyecto Estragos desde allí.

El éxito que tuvo el libro- que rápidamente se convirtió el best seller y fue adaptado al cine-, se puede deber principalmente a ese lado oscuro que explora y a la manera en que encausa el descontento de una clase social sumida en trabajos rutinarios, en vidas dedicadas al consumo para llenar vacíos interiores, en una búsqueda constante por un padre y un Dios (p. 152). El hecho de recurrir a la violencia como medio para desahogar la frustración, el hecho de que la persona con la que uno se enfrente sea otro ser humano que bien podría ser su jefe, el barrendero o un colega del trabajo, hace que el proceso de catarsis y renovación sea más efectivo, pues golpear a un semejante trae consigo la sensación de igualdad y un efecto de mirarse al espejo, sin importar si se es vencedor o vencido en la pelea.

El lado oscuro que explora el libro es en últimas un común denominador de muchas personas. Todos fantaseamos con hacer cosas fuera de la ley, comportarnos como queramos sin pensar en repercusiones: alguna vez hemos pensado en destruir el lugar donde trabajamos, la escuela a la cual fuimos, quemar el banco en el cual tenemos los ahorros y vemos que cada mes nos queda menos dinero. Todos nuestros pensamientos destructivos y de “libertad” están representados en la figura de Tyler Durden (en la película mejor que en el libro, pues es más visual).

El libro en sí se convierte en un mensaje de libertad individual y de rechazo a la aceptación social, los discursos de Tyler hablan constantemente en contra de la cultura del consumo, de la sensación de ser únicos y especiales, y de la importancia de aceptar que en el fondo todos somos iguales, un conjunto de personas buscando aceptación social, tratando de impresionar a los demás con lo que tenemos o podemos comprar. En el fondo solo: “Somos los hijos medianos de la historia, educados por la televisión para creer que un día seremos millonarios y estrellas de cine y estrellas de rock, pero no es así. Y acabamos de darnos cuenta.” P.177

 

 

 

 

 

 

Con alas de paloma

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Hoy mi imaginación me ha retado a convertirme en paloma, a ver el mundo desde la óptica de este animal, y le voy a seguir el juego. De esta forma me convierto entonces en paloma. He decidido ser paloma y no palomo, pues los palomos viven buscando a las palomas y sólo piensan en ello. Andan por ahí con su pecho inflado, buscando una hembra que los acepte. Las palomas, por el contrario, no piensan en sexo, piensan en evitar al palomo, en cuidar su nido, en volar para conocer nuevos sitios en los cuales poder construir un nuevo nido, o simplemente acurrucarse para luchar contra el frío.

Soy entonces un paloma, con su color morado y negro, de patas rojas que terminan en tres dedos, con un pico rojo, una cabeza que se menea al ritmo de mi cuerpo cuando camino, y una relación de confianza y temor con los humanos. Decido entonces volar, inspirado por mi imaginación, por mis alas de paloma imaginaria que me llevan a ver el mundo desde otros ojos, unos ojos rojos y cafés que pueden ver desde las alturas.

En mi viaje por la ciudad me dedico a mirar a todos los humanos que viven en sus casas a modo de palomar de muchos pisos, cada uno con un hueco, a veces más caro que los otros, pero al final sirven para lo mismo, siempre salen a trabajar para poder pagar sus deudas, comprar su comida y pagar la educación de sus hijos; en la noche siempre vuelven a sus nidos, cansados y sin energía, para al otro día levantarse a repetir lo mismo de todos los días.

 Luego me pongo a volar por los parques, llenos de borrachos y gamines, a ellos sí no les importa vivir al aire libre, resguardarse de la lluvia y el frío en cualquier esquina. Ellos son libres, no se preocupan por sus deudas, la educación de sus hijos, y mucho menos por la comida; todo lo consiguen, con lidia, pero lo consiguen, no tienen que vender su tiempo, su vida por tener un status que los haga parecer valiosos ante los demás. Ellos han renunciado voluntariamente a tener status, a ser vistos con desprecio por la mayoría de las personas que sí lo tienen, a ser vistos con los ojos de la misericordia y la caridad de aquellos que creen que dando algo a los demás pueden redimir sus pecados o darle un poco de sentido a su vida de hipocresía. Sí, ellos han renunciado al status social para poder disfrutar de su tiempo, de su vida; ellos han decidido dedicar su vida a beber, a drogarse, o simplemente a ser ellos mismos, no tener lazos con el mundo: una casa, un carro, una familia; todos ellos son libres, y han decidido en la inmensidad de su libertad, hacer con su vida lo que quieran.

Sigo volando, y ahora me persigue un palomo, siento que está detrás de mí, le veo el pecho inflado, sé que está esperando a que me pose en alguna cornisa, en un techo o alguna ventana, lo empiezo a mirar de reojo y le digo que no soy una paloma de verdad, que sólo soy una paloma imaginaria que está recorriendo una ciudad imaginaria, buscando situaciones imaginarias sobre las cuales poder escribir. El palomo entiende mi mensaje, y se va en busca de una paloma real, a la cual le pueda inflar su pecho, cortejarla, montarla y luego partir. Yo, ahora sin palomos detrás, sigo volando.

He llegado a la alcaldía, a las palomas siempre nos gusta hacernos en la alcaldía y los lugares públicos importantes, algunas entendemos de política, a otras les gusta ir a misa y la escuchan desde el atrio, a otras les gusta sentarse en los parques a mirar personas, a pedir comida, o simplemente a buscar las próximas victimas de sus cagadas. Yo me decidí por la alcaldía, ahí también puedo ver todas las cagadas de los humanos.

Me paré en la cornisa de una ventana por la cual se puede ver el despacho del alcalde, me acurruqué en un rincón para no despertar muchas sospechas, y de allí me dediqué a observar y escuchar todo lo que pasaba. Allí pude ver un desfile de personajes que estrechaban la mano del alcalde, unos llegaban con regalos en la mano, otros se iban con regalos, carpetas o sobres de manila. El alcalde siempre los recibía con gusto, los abrazaba, les pedía que se sentaran y luego hablaban largo y tendido sobre contratos, licitaciones y puestos. Me quedé un buen rato, hasta que vi que el alcalde iba a salir, decidí buscar una cornisa  que quedara cerca de la puerta y pararme a esperarlo.

Después de unos 5 o 10 minutos, vi asomar la cabeza del alcalde por la puerta, yo me preparé, giré mi cuerpo de paloma imaginaria, abrí las plumas de mi cola y disparé mi munición verde y blanca; esperé un rato, luego escuché un grito que venía de abajo: “paloma hijueputa”. Sentí que mi misión como paloma había terminado, di un último vuelo por la ciudad, volví a ver los palomares humanos, los humanos libres, las palomas que van a misa, los humanos que le dan comida a las palomas.

Ahora he decidido dejar de ser paloma, empezar a ser humano nuevamente, dejar de imaginar el mundo desde las alturas y empezar a afrontarlo desde la superficie. Sigo anhelando la libertad de aquellos que han renunciado a su status, sigo pensando que vivimos en palomares gigantes que nos clasifican en especies de mayor o menor poder adquisitivo, pues somos nosotros mismos los que construimos nuestros nidos, sigo pensando en que muchos hombres se comportan como palomos, persiguiendo a las hembras, inflando sus pechos y cortejando a diestra y siniestra, a la espera de que alguna acceda a sus pretensiones. El mundo desde arriba se ve con ojos diferentes, pero en el fondo nada cambia si los que están en la superficie siguen haciendo lo mismo de siempre.

Que no muera la aspidistra – George Orwell

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“Todas las relaciones humanas se compran con dinero. Si careces de dinero, los hombres no te tienen en cuenta y las mujeres no te aman. Es la cruda realidad.” P.23

El libro “Que no muera la aspidistra” de George Orwell, cuenta la historia de Gordon Comstock; un integrante de la pobre y desafortunada familia Comstock, que no ha podido en todas sus generaciones conseguir un puesto digno en la sociedad. El principal elemento que presenta este libro es la lucha interna que tiene Gordon Comstock con el dinero, pues se declara enemigo acérrimo de éste, a la vez que se da cuenta que todos su problemas están originados por su pobreza. En la trama del libro se cuentan todas las peripecias que tiene Gordon en su lucha en contra del dinero y un “buen trabajo”, como se relata en el mismo libro.

La principal lucha que lleva Gordon, además de la del dinero, es contra las aspidistras, aquellas plantas que las personas de clase media ponen en sus ventanas y cuartos de estar para mostrarle a los demás su estatus social y, según Gordon, una manera de reconocer cuándo se tiene éxito y un “buen trabajo”. En ese desprecio por la planta, Gordon descuidó y dejó morir todas las aspidistras que le regalaban o que se encontraba en los sitios en los cuales estaba hospedado.

A la par que desprecia el dinero, Gordon se encuentra con el dilema que le presenta la ausencia de éste, pues se da cuenta que sin dinero no puede gozar de un reconocimiento, de una buena relación con sus pares y se encuentra limitado en lo que puede hacer en su diario vivir. Estas limitaciones en medida son autoimpuestas, pues el mismo Gordon es quien se encarga de que los otros lo vean como un pobre, indigno de buen trato y con dificultades para relacionarse con los demás por su falta de dinero. Limitaciones que son respaldadas por el mismo deseo de Gordon de trabajar en una librería que le da un salario de poca monta, con el que a duras penas puede sobrevivir.

Sin embargo, las convicciones de Gordon empiezan a tambalear cuando su novia, Rosemary, empieza a salir más seguido con él, y éste se da cuenta que sin dinero no puede llevarla a buenos lugares, y mucho menos acepta el compartir los gastos, pues considera el hecho como un irrespeto para ella y una afronta para él, al no poder responder solo por su novia. Estas barreras autoimpuestas por Gordon le hacen pasar grandes turbulencias en su relación, en la cual Rosemary se centra en demostrarle a Gordon que su amor va más allá del dinero; mientras él se encarga de buscar justificaciones para su falta de dinero y el mal trato que Rosemary le podría dar por no tener el dinero suficiente para salir con ella.

A lo largo del libro se narran los diferentes problemas por los que pasa Gordon en su lucha en contra del dinero y de tener un “buen trabajo”. Peleas con amigos, peleas con su novia, borracheras, arrestos y pérdida de su empleo, son algunas de las ocurrencias en la lucha de Gordon, quien con cada derrota se dice a sí mismo que su principal problema es la falta de dinero, y por ello sigue buscando nuevos retos para probarse a sí mismo que tiene razón.

Con el tiempo, y después de muchas pruebas de amor verdadero, Rosemary le dice a Gordon que está embarazada, lo que pone a tambalear la ideología de Gordon, pues con un sueldo como el suyo, no puede sostener a una familia, y mucho menos darle un futuro digno a su hijo que viene en camino. Luego de contemplar opciones y pensar profundamente, Gordon termina cediendo en su lucha contra el dinero y acepta finalmente un “buen trabajo”, se muda a una casa ubicada en un barrio de clase media, y compra una aspidistra, esa planta que tanto despreció toda su vida, ahora hace parte de su casa y envía un mensaje a las demás personas sobre su condición social y su poder económico. A veces sólo se necesita una razón, una responsabilidad o un gran cambio de planes; para abandonar ideologías y salir de esos extremismos tóxicos que tantas puertas les cierran a las personas.

Para mí, la aspidistra, más que el símbolo de estatus social, se convierte en la representación que tiene Gordon de sí mismo. Al evitar las plantas, dejarlas morir deliberadamente o despreciarlas con todas sus ganas; reflejaba lo que él pensaba de sí mismo. El hecho de conseguir trabajos de poca monta, vivir en habitaciones con pocas comodidades y en un estado permanente de carencia y necesidad; hacían que Gordon buscara esconderse, saber lo menos posible del mundo exterior, y al mínimo problema con las personas que quería, refugiarse en su falta de dinero para justificar su actitud. Con el amor de Rosemary y con la responsabilidad de cuidar a ese hijo que viene en camino, Gordon tuvo que afrontar el mundo con todas las herramientas que tenía, volver a confiar en sus capacidades y salir a mostrarse en una sociedad que ahora lo necesitaba, pues debía conseguir un “buen trabajo” y velar por su hijo. Luego de ese cambio de actitud, también vino el cambio con la aspidistra, ahora no las despreciaba, ahora quería tener una para exhibirla en su ventana, para mostrarle a los demás que él también era digno de vivir en sociedad.

Otro de los mensajes importantes que deja el libro es el de la lucha contra la ideología y el problema que acarrea el extremismo en la vida de las personas; mientras Gordon estuvo enfrascado en su lucha interior, lo único que veía era razones para justificar su pobreza, cuando quiso salir de su lucha, encontró un mundo entero de posibilidades que se le abrían a sus necesidades y deseos. Al final la ideología se derrumba cuando pasa de considerar acciones individuales y repercusiones en la vida propia, y pasa a pensar en una colectividad, en un conjunto de personas que dependen de las decisiones que se tomen, por lo que obligatoriamente se debe elegir siempre lo mejor y lo que más beneficie a todos.